Vol. 7 Núm. 1. Enero 2023. La valía del profesional sanitario

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LA VALÍA DEL PROFESIONAL SANITARIO.

THE VALUE OF THE HEALTH PROFESSIONAL

Vol. 7 Núm. 1. Octubre 2022 - Enero 2023.

ISSN: 2530-5468

Editorial

Díaz-Sánchez, E.

(Sanum. vol. 7, número 1 (2023) páginas 4-5)

Después de casi 30 años al servicio de personas, nosotros los llamamos pacientes, como profesional de la fisioterapia me planteo si como sociedad (y aquí meto también a las instituciones docentes) estamos haciendo las cosas bien o nos estamos desviando del camino…

Nos encontramos en un momento de la medicina, y de todas las disciplinas de la salud, en el que existe una hiper-especialización a veces no bien entendida.

Resulta con esto que ya no sólo tratamos la parte física del ser humano, primer error, sino que incluso parcelamos este para hacernos especialistas en mano, hombro o columna lumbar, segundo error.

Podría hasta incluso estar alineado en esta forma de proceder, siempre y cuando  el abordaje de la persona sea global, aún con una actuación muy localizada.

Dicha especialización llevada al extremo sería algo así como si el paciente viniera a nuestra consulta como si estuviera ya en quirófano para operarse de una articulación con el campo estéril (sábanas verdes salvo la “articulación de la consulta”).

Esta ficción, en ocasiones, iguala la realidad e incluso la supera…

Son muchísimas veces las que el paciente te cuenta en consulta en la primera entrevista que lo ha visto otro profesional y que éste (después de estar esperando un par de meses) ni lo ha tocado, no lo ha valorado y lo que es casi peor; no le ha dejado expresarse, contar su historia, su relato de problema o lesión….

Después de esta, podemos llamarla consulta cínica (en lugar de clínica), el paciente sale peor de cómo entra, con la derivación a un especialista que le haga una prueba de imagen, que en muchas ocasiones da menos información que una valoración visual y palpatoria adecuada, y con un tratamiento farmacológico genérico; si tomaba AINES y no había resultado, pues lo cambia o aumenta la dosis (y metemos más protectores de estómago). Y esto por no decir de los diagnósticos tipo “tendinitis” (cajón desastre) en los que ni se dice de qué tendón esta funcionando mal, ni el por qué y además siguen estando faltos de recomendaciones específicas.

Este “palito” a un colectivo, el médico, lo va a “sentir” el que en su trabajo obre de tal forma.

Pero no debemos llevarnos al error, ver sólo la “paja en el ojo ajeno y no ver la viga en nuestro propio ojo”.

Como fisioterapeuta en consulta privada atiendo a personas que ya han realizado 20 ó 30 sesiones “de mutua”, ¿se podría llamar de fisioterapia?, y en los que no se ha tocado al paciente, sólo se ha aplicado electroterapia (y dicho sea de paso con unos tiempos de tratamiento ínfimos) y de ejercicios genéricos.

Estas pseudo-sesiones de fisioterapia están desprovistas de esencia: de contacto, manual y visual y sobre todo de empatía, de ese acercamiento a la persona que por otro lado es la clave en una buena relación terapéutica terapeuta-paciente y que determina en un porcentaje importante, el éxito en la terapia.

Por no decir de una práctica personal e individualizada.

Es evidente que las circunstancias en las que tenemos que desarrollar cada uno de nosotros nuestro trabajo son bien distintas y las presiones a los que están sometidos muchos profesionales son grandes y a veces estas personas hacen lo que pueden; y podríamos decir que nos es poco.

La persona que acude a consulta de fisioterapia, medicina o a cualquier profesional sanitario es mucho más que su hombro, rodilla o mano; de hecho es mucho más que su cuerpo; es su historia personal. En esta información, en muchos casos tenemos ese “por qué” tan interesante y que debe conocer la persona para no “caer” de nuevo en el error, o en la patología.
No debemos olvidar que en la persona conviven otras circunstancias, a veces casi tan importantes como la propia lesión: nos referimos a su parte emocional, cognitiva y social.

El abordaje debe ser psicosomático, y si lo prefieren integral u holístico.

Habrá compañeros de profesión que el término de holístico le suene a terapias “más de oriente” y lo rechacen tajantemente.

“Piensa globalmente y actúa localmente”… que gran verdad.

Hace tiempo escuche y también leí una forma matemática que hacía referencia al valor de cada uno, es decir, a “cuanto vales cómo profesional”.

V = A * (C + H)

¿Y qué representan estas variables?

V es el Valor cómo profesional, nuestra valía.

A es la Actitud (del terapeuta)

C representa al Conocimiento (lo que sabemos a cerca de nuestro campo científico de actuación)

H son las Habilidades, estas que se van refinando y mejorando con el paso del tiempo y una buena práctica

Es importante saber “qué hacemos y cómo lo hacemos”, el conocimiento y las habilidades son un bien preciado.

Pero si atendemos a esta fórmula y queremos mejorar nuestra valía, tenemos necesariamente que fijarnos y atender este elemento que sin dudas marca diferencias, es un elemento que multiplica (más que suma) y es nuestra Actitud con respecto al paciente, y por qué no, con respecto a nosotros mismos.
Estamos hablando de trabajar desde y con el corazón, escuchando más que hablando, mirando a los ojos intentando ver en profundidad y sobre todo cuestionándonos cómo podemos mejorar más cada día.

¿Es posible hacer esto en cada una de nuestras consultas?

O me planteo otra pregunta: ¿podemos mejorar cada día nuestro desempeño en base a esta fórmula matemática?

No estamos hablando aquí de competitividad con otros compañeros.

¿Acaso no queremos convertirnos con el tiempo en la mejor versión de nosotros mismos?

Termino tirando del refranero español: fuente de sabiduría y reflexión.

Dice que “no hay mejor almohada que una buena conciencia”.

En esta conciencia descansamos cada noche y nos acurrucamos (y a veces con una sonrisa en los labios) sabiendo que hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano.

Somos muchos miles de personas (de profesionales de la salud) con inquietudes, con propósitos en la vida, con ganas de mejorarnos y además con la gran responsabilidad de desarrollarnos, de mejorar.

“Que nos guste lo que hacemos y que hagamos lo que nos gusta”; y si no es así, debemos intentarlo.

Gran suerte la nuestra la de ayudar y servir al prójimo.

Foto-Editorial

Enrique Díaz Sánchez

Fisioterapeuta col. Nº 95 (Andalucía)

Director de la consulta Promove Fisioterapia en Mairena del Aljarafe. Sevilla