revista sanum
ISSN: 2530-5468
Vol. 2. Núm. 2. Junio 2018.

SANUM científico-sanitaria es una revista digital de publicación trimestral, con artículos científicos de interés para el desarrollo de las diferentes áreas sanitarias profesionales. La revista publica artículos originales, inéditos; los cuales son evaluados por el comité editorial y científico.

Los trabajos deben cumplir las normas de calidad, validez y rigor científico para promover la difusión del conocimiento científico.

SANUM es la revista científica sanitaria y de expresión de la Federación de los Servicios Públicos de UGT Andalucía, del sector de salud, sociosanitaria y dependencia.

SANUM es una revista de acceso abierto (Open Access). Todos los artículos son accesibles de forma inmediata y permanente para facilitar su lectura y su descarga. En este proceso de Open Access está incluido el auto-archivo para los autores de los artículos publicados para su inclusión en repositorios.

La revista se distribuye con la licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0)

La revista SANUM está incluida en el gestor bibliográfico MENDELEY.

SANUM ha obtenido la firma DORA (Declaración de San Francisco que promueve una valoración de la investigación basada en la calidad misma de la investigación).

La publicación de la revista SANUM se lleva a cabo trimestralmente en la última semana de los meses de enero, abril, julio y octubre.

SANUM publica artículos en español, inglés y portugués.

REPOSITORIO (Sanum-re): La revista SANUM dispone de un repositorio como espacio único y abierto donde se reúne toda la producción intelectual y científica generada por los profesionales que envían sus trabajos a la revista científica SANUM.

 
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ISSN: 2530-5468
Vol. 2. Núm. 2. Junio 2018.
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Editorial: Seguridad clínica: garantizar lo que “no se ve”
Sanum. nº2, vol.2,(2018) páginas 3.
Este artículo ha recibido 1033 visitas


    
Texto Completo

En los últimos años hemos asistido a una explosión de medidas e iniciativas que posicionan la seguridad del paciente como elemento esencial de la tríada de la propia calidad asistencial, junto a elementos como la práctica correcta basada en la evidencia científica y la contribuci-ón a la sostenibilidad de nuestro sistema de salud.
Desde la publicación de estudios como el ENEAS1 o el APEAS2, o el conocido informe To err is human3, (Errar es humano), no se elabora ningún documento oficial o proyecto de gestión concreto que no incluya la Seguridad del Paciente como pieza central.
Sería buena pregunta si este conjunto de acciones que sirven para rellenar líneas y más líneas de estos documentos, manuales, proyecto y demás papelería tiene una verdadera traducción en la práctica asistencial, auténtico termómetro de la calidad que nuestra población no solo percibe, sino que además, recibe para beneficio o perjuicio suyo.
Alrededor de la seguridad clínica, bien podríamos preguntarnos si existe una auténtica conciencia profesional. La inercia del día a día así como la invisibilidad de los resultados en materia de seguridad del paciente nos lleva a dos posibles opciones en este sentido:
En caso de problemas de seguridad que producen efectos inmediatos, su normalización hace que nos los percibamos como algo evitable, así pues, en nuestro ámbito si un paciente ha permanecido inmovilizado durante un largo espacio de tiempo, se ve como “habitual” que sufra una úlcera por presión y así se lo trasladamos a la familia: “..es habitual que después de un ingreso tan prolongado tenga esta lesión”; igualmente podríamos poner el ejemplo de la flebitis ocasionada durante un ingreso hospitalario.
En el caso de los efectos generados por problemas de seguridad a más largo plazos, el propio hecho del olvido temporal, hace que no sean asociables a la propia asistencia sanitaria. 
En nuestro ámbito disponemos de un arsenal importante a la hora de poder trabajar desde la perspectiva de seguridad del paciente, en el ámbito quirúrgico tenemos la hoja de verificación quirúrgica4, elaborada por la propia OMS; una herramienta sencilla y altamente potente a la hora de prevenir esos errores evitables. De igual modo, disponemos de una amplia gama de medidas de uniformidad, antisepsia y todo un conjunto de elementos que solo necesitan ser adecuadamente implementados.
En definitiva, la seguridad del paciente necesita ser integrada dentro de nuestra práctica como un auténtico modelo de trabajo, tan imbricado en el día que día que llegue a ser “lo normal” o “lo habitual” y no “lo excepcional”, independientemente de su invisibilidad inmediata o no.
La Enfermería como disciplina tiene una posición estratégica a la hora de ser garantes de la Seguridad del Paciente en las mismas condiciones que cualquier otra profesión sanitaria, hagámosla posible entre todos.

Editorial: Seguridad clínica: garantizar lo que “no se ve”
Sanum. nº2, vol.2,(2018) páginas 3.
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En los últimos años hemos asistido a una explosión de medidas e iniciativas que posicionan la seguridad del paciente como elemento esencial de la tríada de la propia calidad asistencial, junto a elementos como la práctica correcta basada en la evidencia científica y la contribuci-ón a la sostenibilidad de nuestro sistema de salud.
Desde la publicación de estudios como el ENEAS1 o el APEAS2, o el conocido informe To err is human3, (Errar es humano), no se elabora ningún documento oficial o proyecto de gestión concreto que no incluya la Seguridad del Paciente como pieza central.
Sería buena pregunta si este conjunto de acciones que sirven para rellenar líneas y más líneas de estos documentos, manuales, proyecto y demás papelería tiene una verdadera traducción en la práctica asistencial, auténtico termómetro de la calidad que nuestra población no solo percibe, sino que además, recibe para beneficio o perjuicio suyo.
Alrededor de la seguridad clínica, bien podríamos preguntarnos si existe una auténtica conciencia profesional. La inercia del día a día así como la invisibilidad de los resultados en materia de seguridad del paciente nos lleva a dos posibles opciones en este sentido:
En caso de problemas de seguridad que producen efectos inmediatos, su normalización hace que nos los percibamos como algo evitable, así pues, en nuestro ámbito si un paciente ha permanecido inmovilizado durante un largo espacio de tiempo, se ve como “habitual” que sufra una úlcera por presión y así se lo trasladamos a la familia: “..es habitual que después de un ingreso tan prolongado tenga esta lesión”; igualmente podríamos poner el ejemplo de la flebitis ocasionada durante un ingreso hospitalario.
En el caso de los efectos generados por problemas de seguridad a más largo plazos, el propio hecho del olvido temporal, hace que no sean asociables a la propia asistencia sanitaria. 
En nuestro ámbito disponemos de un arsenal importante a la hora de poder trabajar desde la perspectiva de seguridad del paciente, en el ámbito quirúrgico tenemos la hoja de verificación quirúrgica4, elaborada por la propia OMS; una herramienta sencilla y altamente potente a la hora de prevenir esos errores evitables. De igual modo, disponemos de una amplia gama de medidas de uniformidad, antisepsia y todo un conjunto de elementos que solo necesitan ser adecuadamente implementados.
En definitiva, la seguridad del paciente necesita ser integrada dentro de nuestra práctica como un auténtico modelo de trabajo, tan imbricado en el día que día que llegue a ser “lo normal” o “lo habitual” y no “lo excepcional”, independientemente de su invisibilidad inmediata o no.
La Enfermería como disciplina tiene una posición estratégica a la hora de ser garantes de la Seguridad del Paciente en las mismas condiciones que cualquier otra profesión sanitaria, hagámosla posible entre todos.